Durante estos años, se llevaron a cabo estudios geológicos y topográficos más detallados en la región. El régimen del río Guadalquivir, junto con el análisis de la demanda de agua para riego, sustentaron la necesidad de un embalse en Torre del Águila. Se formalizó el proyecto del embalse dentro del Plan de Obras Hidráulicas Nacionales, con el objetivo de construir una infraestructura capaz de almacenar agua para riego y controlar las crecidas. La localización y las características técnicas del embalse fueron definidas en mayor detalle, iniciándose su construcción y terminando el 31/12/1947.

Aspectos Técnicos de la Construcción: La obra fue supervisada por militares y técnicos que aseguraban el cumplimiento de los objetivos planteados. La construcción de un embalse de estas características en la década de 1940 implicaba numerosos desafíos técnicos. En primer lugar, se requería la construcción de una presa lo suficientemente alta y resistente para retener el agua, y a su vez, se necesitaba un sistema de compuertas y canales que permitiera regular el flujo de agua hacia las zonas agrícolas circundantes. Los trabajos incluyeron la excavación de grandes volúmenes de tierra y roca, la construcción de muros de contención de hormigón armado, y la instalación de tuberías y válvulas para la gestión del agua. La maquinaria disponible en esa época era limitada, lo que significaba que gran parte del trabajo debía realizarse manualmente, con la ayuda de herramientas rudimentarias. El proceso de construcción se extendió durante casi dos décadas, con interrupciones causadas por dificultades económicas, falta de materiales y la inestabilidad política de la época.

Mano de Obra: El embalse fue construido principalmente por prisioneros republicanos, quienes fueron forzados a trabajar en condiciones extremadamente duras. Estos prisioneros estaban organizados en batallones de trabajo, una forma de trabajo esclavo sancionada por el Estado. Los presos, que en muchos casos eran excombatientes republicanos, sindicalistas, intelectuales o simples simpatizantes del bando perdedor, fueron obligados a participar en estas obras bajo la constante amenaza de castigos físicos y la represión. Los batallones disciplinarios de trabajadores (también conocidos como Batallones de Trabajadores) se establecieron para realizar trabajos en diferentes partes del país, y se destinaban a obras públicas como la construcción de embalses, carreteras y otras infraestructuras. Los miembros de estos batallones vivían en campamentos cercanos a las obras, en condiciones miserables, con poca comida, ropa inadecuada y sometidos a enfermedades, frío y agotamiento. El embalse Torre del Águila, al igual que otras obras similares, se construyó en un entorno de brutalidad y deshumanización. Los prisioneros trabajaban largas jornadas, a menudo de sol a sol, realizando trabajos físicamente agotadores, como la excavación de tierras, la construcción de muros de contención y la instalación de estructuras de hormigón. La falta de herramientas adecuadas y la presión constante por cumplir los plazos impuestos por las autoridades exacerbaban las condiciones ya de por sí difíciles.

A continuación se indican las obras realizadas y terminadas por el Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas (SCPM), en la zona de riegos del Bajo Guadalquivir (1940-1958)-Torre del Águila de la 1ª Agrupación:
-Acceso presa y torre del pantano Torre del Águila- 419.083,69 pesetas (Ministerio de Obras Públicas)
-Reparación del camino a la presa y torre de maniobras del pantano de Torre del Águila- 116.563,97 pesetas (Ministerio de Obras Públicas)
-Pavimentación y ornamentación del pantano de Torre del Águila, casa dirección y alumbrado - 198.359,82 pesetas (Ministerio de Obras Públicas)
-Mejora y ensanche del camino de servicio del pantano de la Torre del Águila - 1.111.911,24 pesetas (Ministerio de Obras Públicas)
-Camino estatal núcleo de colonización Mudapelo en zona pantano Torre del Águila - 619.940,03 pesetas (Ministerio de Agricultura)

(Memoria de los Campos de Concentración y Batallones Disciplinarios. V. Antonio López. Madrid 2013)